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Cuando tienes en mente escribir y publicar tu propio libro, comienzas a prestar atención a detalles que antes, como lector, pasabas por alto. Algunas cosas, como los datos de la editorial o el número de la edición, es comprensible que no llamaran tu atención, pero otras partes siempre las has visto, aunque no como ahora. Una de ellas es el prólogo.

El prólogo de un libro suele estar escrito por un autor diferente al creador de la obra, aunque en ocasiones sí lo presenta el mismo autor y, otras veces, se limita a firmar con un pseudónimo. Cuando el libro es una antología de relatos, se suele elegir a alguien con autoridad en el género para que sea el encargado de acercarnos a la obra ya desde dentro del libro. Esto quiere decir que puedes verte en la necesidad de escribir el prólogo de una de tus obras o ante la duda de si aceptar o rechazar hacer el prólogo del libro de otra persona.

Los prólogos de los libros son un mundo, sí, con tenues fronteras que se corresponden con los géneros literarios y el tipo de obra: novela, ensayo, monografía… ¿Existe un método aplicable a todos los casos?

 

Qué es el prólogo

Para saber qué es el prólogo de un libro, podemos recurrir a la RAE, cuya definición dice que es un “texto preliminar de un libro, escrito por el autor o por otra persona, que sirve de introducción a su lectura”.

Lo habrás visto en muchos libros, aunque no en todos, sobre todo si consumes obras autopublicadas. Porque ¿hasta qué punto es necesario incluir un prólogo y cuál ha de ser su extensión?

Los primeros prólogos se remontan a la antigua Grecia y eran breves textos para presentar una obra literaria o de teatro. En ellos, aparecían mencionados y con una breve descripción los personajes principales y el meollo de la trama de la tragedia, sin desvelar el desenlace. El propio prólogo de un libro suele tener presentación, nudo y desenlace propios.

La costumbre de incluir un prólogo a modo de antesala para ambientar al lector y darle una visión rápida de la lectura que iba a comenzar se conservó durante siglos, cuando muchas obras publicadas eran extensas y complejas.

Ya en el siglo XX, en algunas obras de lectura ligera no siempre aparecía o se sustituía por una sinopsis, aunque tienen un fin diferente. El prólogo en este tipo de obras de lectura rápida no debería omitirse, aunque se suele limitar a una página, pues puede servir de gancho para atraer al lector.

En obras complicadas por la cantidad de autores o de personajes, los prólogos se entienden un poco más, aunque no suelen pasar un máximo de 8 o 10 páginas y su extensión media oscila entre las 2 y las 4 páginas. Este valor promedio suele ser suficiente también para obras extensas como novelas.

 

Características y elementos de un prólogo

Dado que existen varios tipos de prólogos, no hay consenso sobre quién lo debe escribir ni en cuánto debe ocupar, ¿qué tienen en común todos los prólogos de libros?:

  • Comienzan con una presentación del autor del prólogo, para pasar rápidamente a hablar del autor de la obra, y de ahí al contenido del libro.
  • Emplea un estilo conciso para introducir al lector en el ambiente de la obra, presentando el contexto sociocultural de la época si se trata de novela histórica o destacando a los personajes protagonistas en otros casos. Siempre busca que el lector, nada más comenzar, se sienta cómodo con la lectura en vez de estar preguntándose quién es ese personaje o por qué reacciona de manera extraña.
  • Exponen o argumentan a favor de la obra: ¿por qué debes leerla?, ¿por qué te va a gustar?

 

Cómo hacer el prólogo de un libro

Si vas a ser el autor de un prólogo, ten en cuenta el perfil de los lectores. Hazlo tanto si escribes para ti como si te han encargado el prólogo de la obra de otro autor, que por supuesto firmarás.

Procura adaptar tu estilo al de la obra u opta en su lugar por una redacción más sencilla, jamás más compleja que el contenido.

Dicho esto, sigue este esquema:

  • Preséntate si no eres el autor y pasa rápidamente a él. En pocas líneas, céntrate en el contenido del libro.
  • Empieza el nudo del prólogo con una introducción que atraiga al lector. Debe ser breve y concisa, aunque lo suficientemente interesante como para hacer que el lector quiera seguir leyendo.
  • Habla ahora sobre el contenido del libro. El prólogo debe describir el contenido del libro y su propósito. Si tú eres el autor, puedes proporcionar detalles sobre los temas y los puntos de vista que buscas resaltar en el libro.
  • Proporciona contexto. Es posible que el libro tenga un contexto histórico, social o cultural importante. Si es así, el prólogo puede aportar información útil para situar al lector en ese contexto.
  • Sé breve. Jamás pecarás en este punto, pero sí en el caso contrario: no deberías hacer un prólogo de 4 páginas para una novela de 60, en cambio, esas mismas 4 páginas pueden ser suficientes para introducir al lector en el contexto y los datos relevantes de un ensayo de 500 páginas.

El prólogo de un libro es más que un resumen. Se puede entender como una tarjeta de visita del autor de la obra y del contexto en el que se desarrolla la misma. Su finalidad es enganchar al lector en la lectura, pero también hacérsela sencilla desde las primeras páginas. En definitiva, hacer la obra más atractiva y más entendible para los lectores que no estén familiarizados con el autor o con ese género literario concreto.

Cuando el prólogo lo escribe un autor invitado, suele ser enriquecedor para el lector. Si no tienes en tu círculo a nadie de confianza, puedes redactarlo y firmarlo tú mismo, o emplear un pseudónimo. Se trata de un texto breve, que apenas repercute en el precio de cada ejemplar si optas por la autopublicación, pero de gran ayuda para el lector. 

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